Tuesday, September 22, 2009
Ana María Matute Vive la Muerte entre la Naturaleza Y Recuerda la Inocencia.
“Después de once años, he vuelto a Masilla de la Sierra, el paisaje de mi niñez. El pantano ha cubierto ya el Viejo pueblo, y un grupo de casas blancas, demasiado nuevas y como asombradas, resplandecen en el verdor húmedo de otoño” (Matute 9)
La escritora Ana María Matute cuenta recuerdos y memorias que vivía en su niñez. Recuerdos que no puede olvidar, y memorias que comparte en sus libros. Matute nació en Barcelona, el 26 de Julio de 1926. Matute es una de las autoras más destacadas; ha escrito novelas, relatos, y cuentos infantiles. En sus cuentos lleva al lector a un mundo mágico, lleno de sueños y fantasías. Algunas de sus novelas, relatos cortos y cuentos para niños son: Los Abel (1948), Pequeño teatro (1954), Paulina, le mundo y las estrellas (1956), Los niños tontos (1956), Los hijos muertos, Primera Memoria (1959), Historias de la Atármela (1961), Los soldados lloran de noche (1963), El río (1973), Luciérnaga (1993), Paraíso inhabitado (2008), entre otros títulos populares. Matute es una triunfadora, y ganadora de premios y reconocimientos; Premio Nacional de Literatura (1959), Premio Nadal (1959), Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1984), Premio Nacional de las Letras Españolas (2007), y muchos premios más (Mujica 570). En El río, Matute comparte un poco de los recuerdos de su niñez, también se ve el deseo y la imaginación de la escritora. Los temas que se ven El río son solamente una ilustración del delicado trabajo de Matute. Algunos de los temas son: la niñez, la naturaleza, la vida, la familia, la muerte, y la psicología.
“Rafael era un muchacho rubio, de ojos azules, hijo de unos acomodados labradores… Pero Rafael era distinto, y por ello resultaba un estorbo para la familia… Yo recuerdo muy bien a Rafael… Nosotros queríamos a Rafael porque era dulce, amable, y decía cosas especiales…A Rafael se le ha metido en la cabeza que todos los niños rubios del pueblo son hijos suyos… Cayó enfermo” (Matute 123-126)
La protagonista y escritora de El río, Ana María Matute relata los recuerdos y memorias de su infancia. Recuerdos y memorias que la llevan a un mundo lleno de inocencia, donde todos los niños que existen no sufren pero si mueren. Los recuerdos de Matute llevan al lector a un mundo lleno de magia y fantasía. En el mundo donde la magia y la fantasía se convierten en la realidad de los recuerdos. En la entrevista que Matute le dio Antonio Ayuso Pérez, ella menciona, “La Fantasía forma parte de la realidad porque es un producto nuestro; por tanto si forma parte de nosotros, forma parte de la realidad. Son fammas contadas como decimos en Cataluña” (6). En El río, Matute recuerda las “fammas” que vivió al crecer su niñez; la muerte, la naturaleza, y la inocencia. Matute hace un trabajo extraordinario y maravilloso donde relaciona y compara la naturaleza con la vida y la muerte. “Ana María Matute es capaz de detener el tiempo, tan solo tienes que dejarte llevar por sus palabras, aquéllas que te llevan volando, como Peter Pan a Wendi, y te hacen atravesar el espejo de Alicia” (Ayuso 7). En El río, Matute nos cuenta, “En el fondo del pantano vivirá aún aquel río. Y, cerrando los ojos, lo veo intacto como un milagro. Un río de oro que corre hacia algún lugar de donde no se vuelve, como la vida” (10-11). La muerte, la naturaleza, y la inocencia son elementos necesarios para entender los secretos de la niñez de la protagonista. Los recuerdos y memorias de Matute se cuentan en dos palabras, el río, y se encuentran en un “cementerio de fantasías” (45).
Todos los niños, los ancianos, los hombres y mujeres, los pájaros, los insectos, y los árboles llegan a un final. En El río todo ser humano y la naturaleza viviente llegan a su fin, o mejor dicho les llego la muerte. La muerte es donde todo termina. Matute representa la muerte en dos maneras; en el cambio de la etapa de niñez a la adolescencia, cuando se acaban las fantasías, los sueños y la inocencia de los niños, y también cuando a todo ser humano se le acaba la vida hasta llegar a la tumba. Matute recuerda una variedad de memorias en las cuales representan la memoria de la muerte de algunos de los personajes; “Paquito se murió” (20), “Le pillé ya muerto” (43), “Crucificaron al murciélago” (120), “el padre había muerto” (129), “Ese árbol está muerto” (159), y “le dejaría morir” (190). Algunos de los personajes llegan muertos al cementerio por causa de un accidente y otros por viejos. En El río se encuentra una relación entre la naturaleza y la vida con la muerte. Los animales son como los niños inocentes, pero también pueden llegar a la tumba. Los ríos se secan, pero también se pueden convertir en pantanos. Y, “las flores se cierran en una falsa y diminuta muerte” (115). María Sergia Steen asegura que los personajes de Matute por lo general “son prototipos que repite una y otra vez” (144), y sus cuentos no tienes un final feliz (149). La protagonista de El río muestra como los niños, y jóvenes mueren, y como la naturaleza llega a su fin.
Ana María Matute todavía no muere, “a pesar de su aspecto, parece una niña, que ha envejecido por fuera pero no por dentro” (Ayuso 2). Matute cuenta lo que vivía en su niñez, recuerdos en los cuales comparte memorias, y paisajes de la naturaleza de Masilla de la Sierra.
“Yo recuerdo el río, limitando el prado, con sus anchas losas cubiertas de liquen y de musgo; los juncos tierno, las flores blancas, moradas y amarillas, las pequeñas “matas del jabón”, las libélulas que al sol se volvían fosforescentes; las oscuras pozas bajo los árboles inclinados, puentes cojos sobre el agua” (10).
Matute describe un mundo de fantasía, sueños, y recuerdos en El río. Un mundo lleno de naturaleza viviente que le da sabor y color a sus recuerdos. Una interpretación de la naturaleza en El río es la representación de lo inocente y lo malo, y, la vida y la muerte. La naturaleza es inocente como un niño que miente sin saber que mintió (190), “la niebla” es la hipocresía de los humanos (137), el murciélago que es “la imagen de Satanás” (120), y “el barro” que representa una infancia horrible (155). En cada recuerdo y memoria Matute nos demuestra como la naturaleza es tan importante como la vida. La naturaleza nos regala las frutas, flores, agua, viento, tierra, y entre otras cosas para poder vivir. Esas cosas que la naturaleza nos da también llegan a un fin. Los árboles dejan de crecer, los pájaros emigran de lugar en lugar, y la primavera, verano, otoño, e invierno van y vuelven. Todo lo que la naturaleza nos da también nos lo rebata. Así como la vida les rebata la inocencia a los niños.
“Yo era una niña rebelde y había cosas que no me gustaban” (1), Matute le respondió a Pat Farrington en una entrevista. La inocencia para los adultos es el aprovecharse de otros para bien propio. En los niños la inocencia es no saber distinguir entre lo bueno o lo malo por lo cual no pueden ser culpables de sus propias decisiones. En El río, Matute revela la inocencia en la cual los niños viven; una inocencia que muere al salir de la niñez y al entrar en la adolescencia. “- No me gusta tener un ángel de la guarda – me confesé. El sacerdote me regaño un poco, y, un poco también, quiso comprenderme. Dijo que no me podía librar del ángel de la guarda, y que más bien debía gustarme” (106). Los niños son inocentes mientras viven en un mundo de magia, de fantasías, y sueños. Ellos no saben lastimar a nadie. El río está lleno de ejemplos en los cuales vemos la inocencia, y podemos compararla con la naturaleza y la muerte. “Los niños del campo… se reúnen y se pintan la cara… hay en ellos algo sangriento… voces forzadas y como venidas de un mundo desconocido… se mezcla la inocencia… como un viento” (65-66). Matute nos recuerda cuando jugaba con los espejitos, a los disfraces, con las nueces, las moras, y en los árboles que se encuentran junto al río.
En El río, Matute introduce el paisaje de su niñez. Después de once años Matute regresa a Masilla de la Sierra, donde vivió una vida que todo niño debería vivir (9-10). Una vida sin problemas. Una niñez llena de alegrías y recuerdos en el bosque lleno de robles, con un río lleno de blancas, moradas, y amarillas flores. “En el fondo del pantano vivirá aún aquel río” (11). Todo ha desaparecido, aún sus propios recuerdos; ya que no son muy claros. En ese recuerdo, la narradora ve claramente un pueblo perdido, con una docena de casas blancas, sin cine, sin televisión, sin periódico, donde la paz y la verdad se revelan por los propios habitantes (13). Matute cuenta sus recuerdos y memorias que nos llevan a un mundo mágico y lleno de fantasía. Ese mundo es en Masilla de la Sierra, donde la muerte, la naturaleza y la inocencia son elementos para poder soñar. Matute cuenta en sus cuentos todos sus recuerdos y memorias de su niñez. Todos esos recuerdos que Matute escribió en El río son recuerdos que no se pueden olvidar. Scoot Macdonald Frame como referencia el diario de Matute. Un diario donde todo sus recuerdos y memorias existen; “Tengo la mordiente sensación de que en algún tiempo escribí un verdadero diario… algo que hice, o creí, o viví en algún momento” (135). En El río se muestra como Matute usa la muerte, la naturaleza, y la inocencia como elementos principales para recordar todos los recuerdos y memorias de aquel mundo mágico que se encuentra alrededor del río. “Y, cerrando los ojos, lo veo intacto como un milagro. Un río de oro que corre…” (11).
Citas
Ayuso Pérez, Antonio. “‘Yo entré en la literatura a través de los cuentos’ Entrevista con Ana María Matute.” Espéculo, Vol. 35, Marzo 1, 2007.
Farrington, Pat. “Interviews with Ana María Matute and Carme Riera.” Journal of Iberian and Latin American Studies. Vol. 6, No. 1, 2000.
Macdonald Frame, Scott. “A Private Portrait of Trauma in two Novels by Ana María Matute.” Romance Studies, Vol. 21 (2), July 2003.
Matute, Ana María. El río. Spain: Destinolibro, 1998
Mujica, Bárbara. Texto y vida; Introducción a la literatura española. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, Inc., 2002.
Sergia Steen, María. “Función Visual del Objeto en Cuentos de Ana María Matute.” Alba de America, Vol. 26, July 1, 2007
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Spanish Literature
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